Plantilla del CPLV posando con el trofeo. Fotos: Javier García
Hockey  |  Copa del Rey
El CPLV muestra su poderío y saber estar ante un Metropolitano que siempre estuvo a merced de los vallisoletanos.

1-2: La corona regresa a Pucela

1 de Abril de 2018
Escrito por
Javier

'El rey ha muerto. Larga vida al rey'. El hockey en línea tiene un nuevo monarca y se llama CPLV, quien ha gobernado con mano de hierro durante estos días a orillas del Pisuerga. Era uno de los grandes favoritos para ocupar el trono y hoy ha vuelto a demostrarlo trayendo de nuevo la conora de la Copa a Valladolid. En 2014 el CPLV conseguía su último trofeo copero y estaban sedientos porque la copa regresara a sus vitrinas, por lo que desde el jueves se pusieron manos a la obra para lograr su objetivo.

Metropolitano, Rubí y Molina fueron sus primeras víctimas en un grupo en el ocuparían el primer puesto con pleno de victorias, doce goles a favor y solamente cinco en contra. Barrieron de la pista al CHL Jujol Jokers (7-0), dando un golpe en la mesa y plantándose en la final con todas las de la ley. Una final en la que se volvían a ver las caras ante el conjunto vasco del Metropolitano; el círculo se cerraba.

CPLV quería recuperar el trono y lo demostró ya en el tres de juego con el tanto de Marcos, aprovechando una superioridad numérica. El hockey de los pucelanos era fluido, abriendo el campo a su antojo pero no lograban escaparse en el marcador. Hasta la segunda mitad. Fue también en los primeros compases, concretamente antes de cumplirse el primer minuto, cuando Guille se revolvió cerca de la meta vasca y batió a Ducker por un costado.

El Metropolitano perseguía sombras en cada jugada ya que CPLV movía la pastilla de lado a lado contemporizando el tiempo haciendo disfrutar a la grada con un hockey de calidad. Pettersson reduciría la renta a falta de cinco minutos para el final, pero fue un espejismo, un intento de desquitarse el dominio pucelano, ya que, de nuevo, un juego fluido de los vallisoletanos hacía inutil la presión de los vascos.

Y con el pitido final el rey murió, larga vida al rey. El CPLV alzó de nuevo, cuatro años después, la Copa del Rey; su número ocho.