19 | Turismo y Deporte

GORE-TEX® Transrockies Run

Elena Moro, Depa, Roberto Palomar y Edurne Pasaban | Colorado
31 de Agosto de 2012
Escrito por

Origen: Valladolid. Destino: Buena Vista – Colorado. Por el camino quedaron Madrid y otras escalas ya en territorio norteamericano como Filadelfia y Denver. La meta de la primera parte del viaje se situaba en ese pequeño pueblo, que como otros muchos del sur de Estados Unidos, tiene nombre y significado español, y que duerme tranquilo a las faldas de las Montañas Rocosas.


El primer objetivo del viaje ya estaba conseguido, era lo aparentemente más fácil, para paseos por terminales de aeropuertos y enlaces en bus o furgoneta sí que nos veíamos preparados. El día 14 de agosto, en Buena Vista, nos aguardaba el verdadero reto: seis días por delante, seis etapas para acumular más de 6.000 metros de desnivel positivo y 200 kilómetros por sendas, caminos y pistas de montaña. Estos son los datos tras los que se esconde las GORE-TEX®Transrockies Run, una carrera por parejas que reúne en el estado de Colorado a corredores llegados de diferentes partes del mundo.


En esta sexta edición de la carrera había representación de 17 países sobre un total de 400 participantes. La delegación española, la más numerosa hasta el momento, la formábamos cuatro catalanes, cuatro madrileños, una vasca y uno de Valladolid. El formato de carreras por etapas en pareja (hombres, mujeres o mixtas) no es nada habitual. Las más famosas son las dos que organiza la marca americana GORE-TEX®, la Transalpine en Los Alpes y la Transrockies.


Es la prueba europea la que cuenta con mayor popularidad, la victoria se disputa entre algunos de los mejores especialistas en el mundo de las carreras de montaña.



Tras dos años participando en la prueba alpina, este año decidimos probar suerte al otro lado del charco. Dos de las parejas españolas acudimos este año con la ayuda de Goretex España, una la formábamos Elena Moro -directora de la revista Oxígeno- y yo; en la otra estaban Roberto Palomar -redactor jefe de Marca- y Edurne Pasaban, creo que sobran las presentaciones para el caso de la alpinista vasca.


Nuestra labor además de participar en la carrera y disfrutar de la experiencia, era la de informar y escribir sobre la misma. Durante la prueba mantuvimos un blog diario en Marca.com y en revistaoxigeno.es. Aprovechando que estamos en año olímpico, nuestro objetivo deportivo no era otro que hacer caso al Barón de Coubertain y contribuir a la grandeza de su lema: “lo importante es participar”.



Durante las seis etapas se recorría tan sólo una pequeña parte de lo que en Norteamérica se conocen como las Rockies Mountains.



Las Rockies Mountains es una porción pequeña para lo que la vista de un norteamericano está acostumbrado, pero enorme si la comparamos con nuestras montañas más próximas -no hay que olvidar que las cordilleras rocosas se extienden desde Alaska hasta el sur de los EE.UU y consiguen superar los 4.400 metros de altitud-. 6 días, 200 km y más de 6.000 metros de desnivel acumulado son en sí mismos datos que invitan a la cautela a la hora de ponerse un dorsal calzarse unas zapatillas y echarse al monte, y de eso cargamos bien la mochila antes incluso de subirnos al avión.


La toma de tierra en Colorado y el primer contacto con el terreno nos hicieron adquirir unas cuantas dosis más de humildad y calma, moverse con soltura entre los 2.500 y 3.800 metros de altitud en los que íbamos a correr durante toda la semana sin una aclimatación previa no iba a ser tarea fácil para unos recién llegados desde la meseta castellana. Ahora, ya de vuelta a casa, no tengo ninguna duda acerca de lo acertado de nuestro planteamiento.


Desde el punto de vista deportivo, se trataba, como hacen los ciclistas en las grandes vueltas por etapas, de llegar con un punto de forma no definitivo, para poco a poco, y a medida que iban pasando nuestros kilómetros, sus millas, ir entrando en la carrera y llegar a las últimas etapas en condiciones de hacer un buen papel. Son tantos los factores que influyen para que todo vaya según lo previsto que hay veces que se acierta y otras que no tanto. En este caso, podemos decir que tuvimos suerte, y si bien durante las dos primeras jornadas pagamos el esfuerzo en altura y el calor, a partir de la tercera empezamos a tener buenas sensaciones y conseguimos llegar a las dos últimas disputando los puestos de cabeza en nuestra categoría de parejas mixtas. En la clasificación final nos quedamos a un puesto de meternos entre los cinco primeros equipos.



No se trata de una experiencia más, es otro de esos momentos que pasan a formar parte del índice de nuestra vida, un episodio especial para coronar con letra capitular.



Después de analizar el aspecto puramente deportivo y llegar a la conclusión que ya hemos comentado, deberíamos pasar al tema verdaderamente importante, el lúdico, el del disfrute en la naturaleza, porque es éste sin duda el más importante y el que nos lleva a hacer miles de kilómetros embarcados en aventuras como ésta. Aquí sí que no hay medias tintas y no hay espacio para las dudas, el resultado final es de medalla de oro y récord del mundo. La organización del evento, el componente humano que rodea a la prueba, el entorno natural y rural de esta parte de América con aroma a películas de tramperos, clásicos de indios y vaqueros, hacen que la vuelta a casa, a la realidad diaria requieran de un periodo de aclimatación mayor aún que el necesario para la altitud.


www.transrockies-run.com